martes, 10 de enero de 2017

La academia.

Esto sucedió por allá en al año 1991. Después de infructuosos intentos por entrar a la universidad, incluso en Medellín, logré convencer a mi mamá de irme a Bogotá a estudiar, pero a ella nunca le gustó que estudiara algo relacionado con arte sino algo que me diera dinero, según ella. Así que me tocó aceptar su chantaje de estudiar psicología, pero gracias a Carmenza Flórez y su discriminación hacia mí perdí ese semestre, lo cual hizo que mi mamá se enojara tanto que decidió no pagarme estudios nunca más. Mi papá salió en mi apoyo y por fin pude ir a la Academia de Ronald Ayazo a estudiar actuación. Estaba logrando hacer mi sueño realidad; estudiar lo que tanto quería, pero no todo era felicidad; era tanto el amor que sentía al arte que lo daba todo, incluso quedarme sin dinero e irme a pie hasta la academia, no me importaba caminar kilómetros ida y vuelta, ni me importaba pasar el hambre que pasaba a tal punto que todo me daba vueltas como si estuviera ebrio.

Recuerdo cuando vivía en casa de la mamá de Omaira Pedraza, la secretaria de la academia, pase 4 o 5 días sin comer nada de nada, con diarrea y mareado por el hambre que tenía. Mi papá ganaba poco y no podía ayudarme más, solo me daba 5000 pesos que en aquel entonces me alcanzaba para transporte y algún mecato. Mi mamá era la que ganaba más, pero al perder el semestre en la Sabana no quería saber nada de mí hasta que me volvió a ver una vez que regresó de San Andrés, trasladada a Bogotá; estaba yo pálido y muy delgado debido al hambre, fue entonces cuando cambió de pensar, decidió darme una mano en mis estudios. Esa noche fuimos a comer a un asadero, hacía rato no comía carne, me supo a manjar de dioses, aunque esa noche duré suelto del estómago, pero al menos lo tenía lleno.

Entré a la academia porque mi mamá me obligó a hacer un taller de acrobacia cinematográfica en la casa de la cultura de Palmira ya que yo no hacía nada en ese año, pues no había pasado a la universidad. Hice el taller y quedé enamorado de la actuación. Hoy día casi todos los de ese grupo siguen dedicados al arte:
Italo Monroy no era bueno actuando, aunque su ego era inmenso y ganó una beca para estudiar en la academia, una beca que rechazó. Con los años empezó a dedicarse a la plastilina y realmente era bueno con ello, no solo con los muñecos sino haciendo cuadros en plastilina, algo innovador para mi. Decía que yo sin querer le había enseñado a trabajar este material. Hizo animación con esta técnica, aunque nunca le vi algo que me asombrara, a decir verdad no me gustaba su trabajo en animación, aunque tenía buenas ideas. Era algo así como un intelectual.

Sandra Sánchez le llamaban la muñeca porque en aquel tiempo tenía cara de muñequita, estuvo estudiando en la academia. Hoy día hace teatro como segunda opción porque además de ello trabaja en algo que le genere ingresos.

Gloria Amparo Agudelo, fue novia de Toto Vega y vivió ahí en su casa de Palmira cuando él dio el segundo taller de actuación. Gloria fue muy estricta en lo suyo y seria con la actuación. Se esforzó tanto que hoy día triunfa en Estados Unidos. Un triunfo merecido y buscado.

Mauricio Jaramillo, estudió conmigo en el colegio, no en el mismo curso, él iba cursos atrás de mí. Fue al primero del grupo que iba de Palmira que alcanzó el éxito rápido, quizás por su físico fue escogido para actuar en la serie Don Camilo, con el Gordo Benjumea. Interpretaba al sobrino de Don Camilo. Después de ahí no lo vi en ningún otro programa, pero dicen que por las drogas no logró más. No sé qué tan cierto fue esto. Hace unos años hizo una obra de teatro que tuvo buena acogida en Bogotá, Ensalada de locos, la cual estuve haciendo los videos para esta obra, pero debido a un accidente que tuve no logré terminarlos creo que al final no incluyó mis videos.

Leonelia González, era de Candelaria pero estudió en Palmira. No supe de ella hasta que la vi en una novela que pasaron en España. Vi cosas de ella en internet y creo que es especialista en la esgrima. No sé nada más de ella.

Ellos fueron del grupo que venía de mi ciudad a estudiar en la academia de Ronald en Bogotá. Realmente aprendí mucho allí y soñaba con ser actor, pero al poco tiempo supe que tenía que esforzarme más de lo que pensaba para ser actor y vivir de ello. Ronald no nos dejaba actuar si no nos daba permiso, decía que no quería arriesgar el nombre de la academia por un mal trabajo nuestro en televisión, de hecho podía expulsar a alguien si lo veía en tv sin su consentimiento. Nunca estuve de acuerdo con esta medida, no es como hoy día aquí en España, que estudiantes de interpretación terminan estudios haciendo algo en algún corto o en la tv, mientras que allá terminábamos sin hacer nada el 98% de los egresados de una escuela de actuación o teatro.

Mis compañeros eran poco unidos, cada uno iba por lo suyo, nadie comentaba nada de trabajo en este campo por no perder la oportunidad. Supe, entonces, que todo era palanca, amiguismo, que no importaba lo talentoso que pudiera ser si no se tenía contactos. Uno podía ser mal actor, pero con alguien dentro del medio podía quedar como buen actor. Eso ya era un problema grave, ya que yo no tenía conocidos dentro del medio, ni recursos para ello. Estuve pasando hojas de vida a las programadoras, pero al poco tiempo conocí al segundo mejor director de arte que había en Colombia, según decían, y me comentó que mejor no siguiera perdiendo el tiempo llevando curriculum a estos sitios, que ellos lo que hacían era alimentar el fuego de las chimeneas con tanta hoja de vida que ni siquiera se molestaban en mirar.
Pero lo malo de los pocos contactos que pude hacer, gracias a Italo, fue que me pedían bajarme los pantalones y mi obsesión con llegar a la tv era grande, pero tampoco para replantearme mis gustos sexuales. Por esa razón no logré entrar, en cierta forma, a este medio. Solo pude hacer algunos extras con agencias que nunca me pagaron, hasta trabajé como utilero gracias a uno que me metió y que andaba detrás de mí acosándome con bajarme los pantalones. Tampoco de esa serie (Crónicas de una generación trágica) me pagaron, estuve yendo con recibo de cobro y no quisieron pagar.

Pero lo aprendido en la academia me sirvió y mucho, no porque estuviera en este sitio estudiando, sino porque en otros sitios su enseñanza no me parecía ideal o acertada. En la academia de Ronald empezábamos todos los días con el famoso conteo que no era otra cosa más que el calentamiento de voz; Respiración, sonidos guturales, guturales con tonos, guturales con la boca abierto y tonos, voz de mando y algo más. Cuando nos dábamos cuenta teníamos un dominio casi completo de la voz y casi de la expresión oral.
Alguna veces nos daba clase Ronald, otras su hijo Ronald José. Había más profesores como el de historia del arte y aeróbicos. Aprendí mucho, aunque no fue una época buena, mis sueños y mi energía estaba ahí, pero no logré en su momento explotar ese talento. ¿Qué era lo más cercano que tenía para poner en práctica lo aprendido? La televisión (Imposible entrar si no tenía contactos) y el teatro, lo malo de este último es que los grupos de teatro asequibles a mí estaban monopolizados por jóvenes que creaban a través de la marihuana, gente que había estado en Europa y había visto algo que decidieron copiar y llevar a Colombia quedando como expertos en este arte. Y vi muchos que se dedicaban a esto porque no les quedaba más, vieron en el teatro una forma de hacer dinero sin necesidad de preparación y eso a mi no me gustaba. Era la mediocridad en carne propia ver esas obras tan malas de gente que idolatraba a Chejov o a Shakespeare poniéndolos como única referencia real, además de un pensamiento comunista que era mejor alejar de mi vida.

Había gente pudiente económicamente entre mis compañeros, pero llegó un momento en que me harté de eso, solo quería terminar mis estudios ahí y continuar con artes plásticas. Nunca fui popular, quizás hasta pasé desapercibido. Mi sueño era enorme, llegué a la academia porque luché por ello, quería ser actor, pero principalmente quería estar detrás de cámara. Soñaba con tener mi cámara propia y hacer mis videos, pero esa cámara llegó años después. Yo quería ser como muchos de mis compañeros, quería vestir esa ropa que llevaban muchos, tener facilidades para salir a divertirse, tener amigas hermosas y no como yo que tenía las más feas. Yo quería ser admirado, respetado e intentaba hacerlo, buscaba mis contactos, buscaba casting para presentarme, pero nunca lo logré.

De aquel entonces muchos salieron dedicados a la actuación, incluso hoy día continúan en ello. Recuerdo a Ailcia Camacho, me encantaba esa mujer, fuimos a un concurso de televisión con Jota Mario Valencia a una sesión llamada el novio chévere. No ganamos, pero salimos en televisión. Ailcia tenía una buena proyección de voz, pero no apostaba nada como actriz. Lo que más me gustaba de ella eran sus labios y si, sus nalgas me idiotizaban. Con ella tuve que tragarme mis palabras porque a pesar de no apostar nada por ella le fue muy bien en México, dedicada al teatro y al cine le ha ido muy bien y eso me agrada.

Toto Vega, es de los pocos, sino el único, que ya sabíamos le iba a ir bien, algunos dicen que su éxito fue por su esposa Nórida Rodríguez, quien ya era famosa antes de casarse con Toto, ya que ella lo metió al medio. De él puedo decir mucho, ha hecho cine, televisión e infinidad de cosas.

Patricia Garrido, esperaba verla famosa en el medio y me sorprende que no lo haya hecho a pesar de algunas cosas que hizo. Vive en Chile y no sé más de ella. Era de las más talentosas que había en la academia y apostaba mucho por ella.

Cosa similar me pasó con Mario Parra, que tipo tan lleno de talento, era una eminencia, pero me sorprendió no verlo metido ahí, en el mundo de las cámaras.

Myriam Palacios la vi, desde que entró, muy llena de energía, quería ser buena en su trabajo y no me extraña, hoy día, que esté donde esté. Creo que hace más secundarios que protagónicos. No importa, está dentro del medio. Buena actriz además de productora y directora de teatro. Ella fue otra de las que me atrajo mucho en su momento, pero mi cobardía impidió que se lo dijera.

La Pitu, le decían así por ser baja de estatura. Era muy amiga de Ronald y esperaba verla haciendo cosas en este campo, pero no fue así, aunque la vi de actriz episódica en alguna novela que vi acá en España.

A la Candelosa tampoco la vi y no sé si siguió con esto o no.

Caterine Moscoso la vi en ese tiempo haciendo algo, pero no más.

Ricardo Gómez, está donde está porque se lo merece. Uno de los duros del teatro en Colombia con amplia experiencia.

Jhosep Abadía, creo que le decían Piolín, era tímido y de aspecto lánguido. Este caso fue una sorpresa para mí, ya que nunca me esperé que llegara tan lejos, cosa que me alegra por él. Actor conocido y músico. En la actualidad vive en Canadá.

Hubo más a quienes le fue bien, el resto nada de nada. Otros se dedicaron a estar detrás de cámara como aquellos dos a los que les caigo muy mal y que están en Caracol. Lástima que aún queden resentimientos del pasado hoy día y es que aún están las rencillas del pasado latentes entre algunos ex alumnos de la academia. En mi caso no odio a nadie a pesar de algunas cosas, pero le caigo mal a varios, especialmente a ese rockerito al que no le hice nada, pero me insulta como si fuera un adolescente a pesar de sus casi 50 y pico años que tendrá.

Lina y Ronald, hijos del jefe los vi en algún cortometraje, pero nada más, creí que entrarían al medio, pero…

Es un medio muy competido e injusto, así que toca que dedicarse a otra cosa aun siendo actor reconocido por el medio. Un día se está arriba y al siguiente nadie lo recuerda. En países como Colombia era muy difícil dedicarse a este campo si no se tenía contactos que lo ayudasen.

Cierta vez fui a un casting para una telenovela de Caracol, quizás era La mujer doble o Música maestro. La cosa es que fui al barrio La Soledad, donde era esta prueba, y me presenté con mucha seguridad y confianza, me sentía muy cerca del éxito. Me aprendí la separata que me dieron ahí mismo y la interpreté delante del jefe de casting con dos personas a lado y lado escondidos en las penumbras del estudio y creo que había 4 actores más ahí esperando su turno. Al concluir mi acto me pregunta el tipo ese:
-¿Usted en qué sitio estudió?
- Estudio en la Academia de Ronald Ayazo- le dije con orgullo sacando pecho.
-Voy a presentarle…- empezó diciendo detrás de la oscuridad, yo me emocioné con ese voy a presentarle, estaba seguro que diría algo así como que me presentaría a un director de cine para ponerme a trabajar en cine, o que me presentaría a un productor para hacer televisión. Ya daba gracias a Dios por ayudarme a realizar mis sueños, pero el jefe de casting prosiguió -...a mi abogado para que denuncie esa academia. Le están robando la plata-

No entendí lo que dijo en ese momento. Me cogió de forma inesperada.
-Mire, viejo, yo respeto mucho este trabajo y así como lo respeto y es mi vida exijo que lo respeten. A usted le exijo que no me haga perder el tiempo con usted. Respete esta profesión- Casi que me regañó, pero no entendía por qué me lo decía. ¿Que hice mal?
-Prepárese, métase a una escuela de actuación y después sí venga y preséntese a los casting que quiera. Mire, hermano, yo llevo en esto muchos años y tengo ojo para ver quien es bueno en esto y quien no. Voy a darle un consejo por su bien. Dedíquese a otra cosa. Es más estoy más que seguro que usted jamás va a trabajar en una radio como locutor porque hasta su voz es fea-

Quería morirme, estaba a punto de llorar desaforadamente, pero no quería darle gusto a él de verme así. Sentía una vergüenza horrible. Sonreí y antes de que siguiera humillándome me fui. Al salir del estudio había más actores y actrices esperando su turno, muchos de la academia, así que me asaltaron para preguntarme qué tal me había ido, qué me pusieron hacer y yo sonriendo les comenté rápido lo bien que me había ido. Salí de ahí veloz y en vez de ir hacia la parada de la buseta me fui al otro lado, al llegar a la esquina mis lágrimas salieron desde lo más profundo de mi alma. Estaba desilusionado, creí que era bueno para ser actor, pero si un experto como ese tipo decía que no, debía ser por algo. Sentado estaba yo, con 21 años, con sueños, esperanzas de triunfar, herido en mi ego, humillado como nunca antes lo hicieron. Creo que quedé ahí media hora. Al llegar a casa decidí ser terco y continuar con la ilusión de llegar a ser un director de cine importante, un actor creando escuela, vivir de eso. Si, ya sé que a mis 46 no empiezo a vivir de ello ni soy un director importante ni mucho menos un actor reconocido.

Ronald enseñó muy bien, pero como persona era detestable además de ciertas cosas que vi en él que me hicieron decepcionar de esa admiración que sentía por él. La imagen que tenía de él empezó a caer poco a poco cuando estaba en tercer nivel. Tanto que hablaba él de producción, de actuación, de la calidad de las producciones Colombianas, de que él volvería a la actuación si viera un personaje digno de ser interpretado por él, pero la cagó feísimo con La rebelión de las ratas de Jorge Barón televisión. Su actuación no era digna, con el vozarrón que tenía y lo desperdiciaba. La dirección que llevaba él en esta serie… ¡Vaya! ¿Y qué era lo que decía de la mala calidad? Me sentí engañado. No quise saber si había pasado a cuarto nivel, ni me importaba, ya que había pasado a la Universidad Jorge Tadeo Lozano a estudiar artes plásticas, otro de mis sueños, por no decir el principal.

Y fue así como terminé ahí en la academia, con conocimientos adquiridos que me sirvieron más adelante cuando trabajé en colegios como profesor de teatro. Muchos años después me sirvió para hacer radio. Tanto así que fue gracioso que los oyentes me dijeran que tenía una bonita voz, otros que tenía una voz poderosa y así miles de halagos, hasta llegué a hacer radio profesional donde tuve un reconocimiento como segunda mejor voz en las radios latinas de la noche en Madrid y mi programa (Contigo en la noche) como segundo mejor programa en las radios latinas de la noche en Madrid. Siempre recordé a ese tipo que me auguró que jamás trabajaría en una radio como locutor.
En Colombia no logré actuar como quise, aunque con ese programa que hice con Sefair pude hacer algunas cositas como actor, pero de eso nadie supo porque me censuraron ese programa. Con el tiempo se vendió a un canal de Estados unidos. Esa fue una de las razones por las que me vine a España, porque en mi país tenía el futuro cerrado en mi campo y no quería dedicarme a otras cosas como me decía mi mamá que, incluso, me echaba en cara el haber perdido el tiempo estudiando algo que no me serviría en la vida. A pesar de algunos contactos, incluso políticos, no logré llegar a la televisión. Al llegar aquí a España fue cosa de tiempo para hacer cosas que jamás podría haber hecho allá, pero eso es otro tema.


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