sábado, 30 de julio de 2016

Pobreza, turismo y acoso.


Casi un mes en el caribe, el sueño de los amantes de la playa. Tuve esta oportunidad y la aproveché con mi familia. Llegamos a casa de un familiar, cosa que nos evitaríamos gastar muchísimo dinero en hospedaje hotelero. Santa Marta me pareció una ciudad humilde, por no decir fea, pero con playas hermosas. La imagen que llevaba de Santa Marta era una muy diferente; grande, bella, digna de ser una capital, pero era otra realidad; pequeña, pobre y con un gran auge de iglesias cristianas o evangélicas abarrotadas de crédulos. Yo estaba en El Rodadero que tiene fama de ser una zona mejor que el resto de la ciudad.


Empecé a salir a la playa, a descansar y desestresarme de mi dura vida en Madrid y los acosos y ensañamientos de las monjas, trabajadores sociales y directora de Cáritas que tutelan el edificio donde vivo (Las Vis 2) Tomar el sol acostado en la playa, sin preocuparse por la hora o por lo que pase alrededor, dejarse arrullar por el sonido de las olas, sentir el viento acariciar mi cuerpo. Qué delicia. Y si me aburría del mar me iba a la piscina del conjunto residencial donde estaba, incluso tobogán tenía. Estaba dispuesto a pasarla bien, con mi familia, disfrutar de casi un mes en el Caribe Colombiano donde cumplí mi objetivo; descansar. Lo logramos mi familia y yo.


Aunque me limitaré a hablar de las playas; algunas no eran tan claras como otras, unas estaban llenas de lanchas y canoas, algunas pocas vacías y todas estaban plagadas de vendedores acosadores de turistas. Es cierto que trabajaban honradamente, pero el ensañamiento hacia uno para poder vender o sacarle dinero a los turistas de cualquier forma me pareció lo negativo de las playas de santa Marta (Y quizás de toda la zona del caribe) A ratos parecían enojarse si no les compraban y tenían un ojo experto para detectar extranjeros (Europeos) así fuésemos Colombianos viviendo en otro país. No sé cómo lo hacían, pero acertaban.

Masajista acosadora, encontré la manera de espantarlas.

Vi en varias oportunidades insistir tanto a una Inglesa, ya mayor, para dejarse hacer un masaje y vi a esta Inglesa molestarse seriamente ante la insistencia de la mujer local. Vendían de todo y eran expertos vendedores, te contaban unas historias increíbles sobre cómo conseguían las piedras o el material para hacer sus pulseras, por ejemplo. Casi era imposible decir no a una oferta de ellos. Cierta mañana llega uno y me saca de mi momento de relax sobre la arena, me ofrece una pulsera a 18.000 pesos Colombianos (5 Euros aprox.). La verdad es que me gustó mucho lo que me ofrecía y se la compré. Días después caminando por la zona comercial vi en un puesto de venta de pulseras la misma que llevaba en mi izquierda, aunque más pequeña. Pregunté el precio y me disgusté mucho cuando me responden que costaba 4.000 pesos (1.20 euros) A partir de ahí vi las cosas con otros ojos. No volví a comprar nada en la playa por ser más caro. Sí, es cierto que ellos se buscan una forma de ganar ingresos, vi a muchos que siempre vendían sin problema y haciendo cálculos podrían hacerse casi a diario un salario mínimo Colombiano dependiendo de lo que vendieran. Un sueldo mínimo diario es mucho dinero, entonces llegué a la conclusión de que muchos de estos vendedores tenía mucho dinero (No quiero decir que eran ricos, pero sí, eso es lo que pienso)
Vendedor de flotadores, menos mal no todos acosan a turistas.


Playas como Playa Blanca movía demasiado dinero al día, quizás esté muy equivocado, pero fácilmente podrían hacerse 500 millones diarios (150.000 euros), sin contar lo que tenían que sacar y lo que les quedaba en utilidades. Me dio la sensación de ser un buen negocio, quizás controlado por alguna especie de mafia o por algún político. Vi muchas playas donde el dinero entraba por segundos, donde los millones aumentaban minuto a minuto, pero me entra una pregunta; ¿Por qué, entonces, tanta pobreza en esa zona?  ¿Por qué en Santa Marta las casas son tan humildes? ¿Por qué los problemas del agua potable? 
Taxi marino que lleva al acuario y a playa Blanca.
Tengo que mencionar algo, así como entra el dinero, así como acosan al turista, así como joden e insisten para venderte algo sin importar que sea de mala calidad, así estaban ellos de organizados y unidos para protegerse entre todos y proteger su mina de oro; El turismo. Me contaban que a quien atraparan robando es porque no tenía idea de lo que le pasaría, ente todos le daban una paliza que no olvidaría en su vida, incluso en las calles donde habían negocios comerciales, si robaban algo no avanzaban más de 10 metros hasta que una multitud enardecida lo dejaba en el suelo golpeado. Eso sí lo veo positivo, de hecho anduve con mi cámara haciendo fotos, metiéndome al mar dejando mi equipo sobre la manta en la arena y ahí seguía mi cámara.

Panorámica desde al Cabo de la Vela.
Fui al Cabo de la Vela, en pleno desierto a casi más de 40 grados, en zona Wayú. Sin agua potable, solo agua embotellada, sin electricidad, esta era generada por plantas eléctricas cuyo mantenimiento no era barato. Y mucha pobreza, mucha basura en esta zona. Y los Wayú intentando sacar dinero como fuese cobrando por todo. Pasamos una noche durmiendo en esta zona, en una especie de hotel o como se le pueda llamar. Lamenté mucho no dormir en hamaca, ya que la habitación fue muy incómoda; un colchón que tenía años y sin saber quién lo había usado ni qué habían hecho sobre él. 
Con un baño que no tenía agua y un sanitario que no tenía cañería, más me daba la impresión de que estaba puesto como las antiguas letrinas. Y el agua era la que traían del mar, para beber había que comprarla. Lo más duro de la vida aquí fue la temperatura, casi a partir de 45 grados. Ya me habían contado amigos que, viven en esta región del país, era salir del baño y antes de vestirse se estaba sudando de nuevo. No creí esto hasta que me pasó a mí.

Loma parecida a una pirámide (Cabo de la Vela)
Sí, es un sitio interesante, con Europeos viviendo aquí, hasta en lugares infernales, adaptados a todo. Ingleses y Franceses eran normales de ver, comprando casas baratas y viviendo en ese paraíso infernal. Las playas hermosas, aunque me hubiera gustado verlas menos congestionadas de vendedores, como sucede en el Mediterráneo o a la última donde estuve; Sitges. Me regresé queriendo comprar casa aquí y alquilarla a turistas. Algún día regresaré a esta zona a seguir disfrutando del mar y de esa magia que destila el
Caribe.
Atardecer en el Cabo de la Vela.
Turistas subiendo al Cabo.

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